jueves, 24 de marzo de 2011

EL ULTIMO BAILARIN DE MAO


El cine está lleno de historias de superación personal y de individuos que buscan la libertad en un entorno adverso. En principio, esas piedras en el camino resultan un material muy apropiado para crear situaciones dramáticas y emotivas que enganchen al espectador, para construir personajes de carne y hueso… que saquen a flote sus aspiraciones, frustraciones y esperanzas. Además, si la ficción está basada en hechos reales y contempla un marco histórico atractivo, entonces podrá llegar a ser una gran película. Lo intenta Bruce Beresford (“Conduciendo a Miss Daisy”) con “El último bailarín de Mao”, a partir de la exitosa autobiografía del bailarín Li Cunxin. Le acompañamos desde que es seleccionado en su aldea para ir a Pekín y seguir un programa de danza clásica… para después comenzar a vivir el sueño americano, con algún problema y decepción pero también con tenacidad y lealtad. Desarraigo y sacrificio, amor y desencanto, arte y política se mezclan en un mundo sin fronteras en el que las aspiraciones personales se sienten amenazadas por lo institucional.

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